martes, 6 de marzo de 2007

LOS BENEFICIOS DE SER UN BALOMPIERO

Me subo a mi motoneta Vespa y parto desde Matienzo (tierra asolada por delincuentes) hacia la Universidad, el trámite pintaba engorroso y lento, pero resulta que de lejos el cajero del Pabellón Residencial me sonríe y me dice "pase Balompiero", salteando a todos los púberes ingresantes me ahorro tres horas de cola.
Contento voy a hacer las compras a pata porque la Vespa pinchó, el repositor de Arvejas Teltron me mira me sonríe y me dice: "tomá guardate esta lata -atención de la casa- ¡Aguanten los balompieros!". Tengo un tercio de la materia prima para hacer la ensalada rusa del mediodía (receta del Ruso Wayar). Y salgo del Disco plus muy pero muy contento.
Voy al teatro a ver cualquiera de esas cagadas que se hacen en Córdoba y que te salen mucha plata, pero que valen la pena porque van las minas más hippies y fáciles de la ciudad. El director de la obra se me acerca y me dice: "Los balompieros pasan gratis", me sonríe y me palmea el hombro y me repite: "prestá atención a la escena donde la minita se queda en corpiño".
Voy a la gomería en estado de éxtasis (el corpiño era extra large), la Vespa está lista. El gomero me da la mano engrasada y me dice: "Pa vo' grati Balompiero, sólo pa vo'. A lo no-balompiero' le sale un fangote de guita eto'".
Creyendo que estoy en un sueño de Berugo Carámbula busco a mi nene en el colegio, me sale al cruce el profesor de Expresión musical latinoamericana y me dice: "Carlitos estaba para un uno. Tiene menos oído que un camión de melones. Le di una quena y me devolvió una flauta traversa. Pero le puse un diez. Aguante balompiero".
Lo subo a Carlitos en la canasta de la Vespa sonriente por todo lo que los gloriosos balompieros me hicieron ahorrar en este día y vuelvo a mi hogar en donde me espera la única enemiga de los balompieros, pero la única que me permite experimentar todas las posiciones: mi tortuga.

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