R con r Garrincha.
Año 1930. Final del primer campeonato mundial de poesía. En la previa al match definitorio Roberto Balompieri y Thomas Mann intercambian poemas en el estadio Luciana Salazar. Los secundan el moderador del encuentro Vicente Luy - que viste sus clásicos breeches o pantalones de montar - y el lineman Marcelo Arbach -con su característico blazer preppy- quienes fiscalizan el “pan-queso” inicial. La tarde paso a la historia con el nombre de "Salariazo".
La historia la escriben los que ganan... pero le lee harvey oswald
Después de ser eliminado en primera ronda, con las valijas llenas de aflicción y triangulitos de hojaldre, nuestro mentor y alma mater Roberto Balompieri emprendía su infame regreso. Sorpresivamente Argentores descalificó a José Narosky por descubrir que había parafraseado mal un aforismo de William Blake. Así Balompieri logra su pase a 8vos. de final y reemprende su derrotero triunfal.
El camino al cielo está concesionado.
8vos. de final vs. Idi Amín Dadá. 1-0. En tiempo de descuento Balompieri saca de la galera una alegoría al falo y gana el cotejo. Si bien el reglamento no hablaba nada de galeras el tribunal de disciplina le exije a nuestro héroe no portar más dicho sombrero por incitar al music-hall.
4tos. de final vs. George Bernard Jaw. 3-0. Primero un poema lírico combinando con maestría y en orden alfabético todos los afluentes del río Orinoco (1-0). Después una oda a la mujer de Jaw y a sus bragas (2-0). Seguido por una balada con toques de verso alejandrino sobre un incendio forestal en la Pampa húmeda (3-0).
Semifinal vs. T.S. Eliot. 3-2. Partido de gran intensidad lleno de hipérboles, sinécdoques y metonímias. Balompieri abre el marcador con un réquiem, dedicado a un hombre que muere y ve un pullover de Mauro Sergio al final del túnel (1-0). Se pone comodamente arriba con una oda sobre cinco amigos que van a Carlos Paz a ver una obra independiente y no la encuentran (2-0). Eliot descuenta con una canción de cuna para un tomate cherry (2-1) y empata con un soneto en tercetos sobre las 500 millas de Indianapolis. En tiempo extra Balompieri dispara una bucólica acerca de un sauce llorón que ríe y gana el juego (3-2).
Final vs. Thomas Mann. 4-2. En el primer minuto Mann madruga con un cantar de gestalt medieval a Balompieri (0-1), quién mientras acaba su desayuno remata un Haiku sobre la inutilidad de los vinos rosados y empata el marcador (1-1). Una epopeya sobre un empleado de McDonald´s que en señal de protesta cocina un solomillo a las finas hierbas con terrina de espinacas y colchón de habichuelas pone arriba a nuestro héroe (2-1) que se va lo más pancho villa al descanso. Segundo tiempo para el infarto: Mann arremete en el comienzo con una lira sobre la abdicación de la reina nacional de la corvina rubia (2-2) y empata el tanteador. Faltando cinco minutos Balompieri sufre una afasia que amenaza su continuidad. Invoca a las musas y aunque le traen una de jamón y morrón, la birra fresca que viene con la promo lo repone e inspira. Un solecismo de Mann al borde de su área deja chances a Balompieri que saca un palíndromo desconcertante hacia uno de los palos. Mann se tira al poste contrario y el palíndromo, que vale doble, entra suave y abajo. Explota el estadio (4-2). Un grupo de curadores artísticos se adjudica el atentado y exige la aparición de Lita de Lazari antes de Navidad. Lita, que estaba caminando en busca de precios y había conseguido entradas baratas al estadio les regala su bolsa de las compras que es expuesta como Arte povera en el museo del Louvre con gran éxito y con las entradas más caras de su historia.
8vos. de final vs. Idi Amín Dadá. 1-0. En tiempo de descuento Balompieri saca de la galera una alegoría al falo y gana el cotejo. Si bien el reglamento no hablaba nada de galeras el tribunal de disciplina le exije a nuestro héroe no portar más dicho sombrero por incitar al music-hall.
4tos. de final vs. George Bernard Jaw. 3-0. Primero un poema lírico combinando con maestría y en orden alfabético todos los afluentes del río Orinoco (1-0). Después una oda a la mujer de Jaw y a sus bragas (2-0). Seguido por una balada con toques de verso alejandrino sobre un incendio forestal en la Pampa húmeda (3-0).
Semifinal vs. T.S. Eliot. 3-2. Partido de gran intensidad lleno de hipérboles, sinécdoques y metonímias. Balompieri abre el marcador con un réquiem, dedicado a un hombre que muere y ve un pullover de Mauro Sergio al final del túnel (1-0). Se pone comodamente arriba con una oda sobre cinco amigos que van a Carlos Paz a ver una obra independiente y no la encuentran (2-0). Eliot descuenta con una canción de cuna para un tomate cherry (2-1) y empata con un soneto en tercetos sobre las 500 millas de Indianapolis. En tiempo extra Balompieri dispara una bucólica acerca de un sauce llorón que ríe y gana el juego (3-2).
Final vs. Thomas Mann. 4-2. En el primer minuto Mann madruga con un cantar de gestalt medieval a Balompieri (0-1), quién mientras acaba su desayuno remata un Haiku sobre la inutilidad de los vinos rosados y empata el marcador (1-1). Una epopeya sobre un empleado de McDonald´s que en señal de protesta cocina un solomillo a las finas hierbas con terrina de espinacas y colchón de habichuelas pone arriba a nuestro héroe (2-1) que se va lo más pancho villa al descanso. Segundo tiempo para el infarto: Mann arremete en el comienzo con una lira sobre la abdicación de la reina nacional de la corvina rubia (2-2) y empata el tanteador. Faltando cinco minutos Balompieri sufre una afasia que amenaza su continuidad. Invoca a las musas y aunque le traen una de jamón y morrón, la birra fresca que viene con la promo lo repone e inspira. Un solecismo de Mann al borde de su área deja chances a Balompieri que saca un palíndromo desconcertante hacia uno de los palos. Mann se tira al poste contrario y el palíndromo, que vale doble, entra suave y abajo. Explota el estadio (4-2). Un grupo de curadores artísticos se adjudica el atentado y exige la aparición de Lita de Lazari antes de Navidad. Lita, que estaba caminando en busca de precios y había conseguido entradas baratas al estadio les regala su bolsa de las compras que es expuesta como Arte povera en el museo del Louvre con gran éxito y con las entradas más caras de su historia.
Así, queridos amigos, con gran autoplacer volvemos a postear alguna cosa en este polvoriento blog.
La historia precedente está extraída del libro fantástico Las Crónicas de Pernia: el Arquero Volante del escritor JRR López. Más historias nos esperan, más tarde o más temprano (tirando a lo primero). Hasta la próxima.